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Hoy el mundo entero alaba el pinsapar de Yunquera. Pero quizás pocos sepan que detrás del bosque que hoy disfrutamos ha habido cientos de yunqueranos, mayores y jóvenes, yo entre ellos, trabajando duramente en “la sierra”. El periodo de mayor actividad laboral fue de finales de los 60 a primeros de los 80. En esos años mi padre, José Pino Rivera, “el forestal”, dirigió a pie de monte los trabajos. Pues bien, con el devenir de los años todas las investigaciones confirman que el trabajo colectivo de un pueblo, duro, callado y anónimo, ha permitido la restauración y regeneración natural del pinsapo. Hemos de sentirnos orgullosos.