viernes, 19 de agosto de 2022

"Meu irmau", el cuento que D. Ramón escribió a su [hermano] pinsapo y que te llenará de emoción.

Allá por 1.888, cuando nació D. Ramón [1], su padre plantó un pinsapo en el jardín de su pazo de San Pedro de Trasalba (Orense). Árbol y niño crecieron juntos. D. Ramón, hijo único, cuando se refería a él le llamaba en gallego "meu irmau", mi hermano.

Con los años Ramón Otero Pedrayo (1.888-1.976), geógrafo, escritor y político galleguista, fue considerado “Patriarca de las Letras Gallegas”. 

En 1.976, con 88 años de edad, escribió este breve cuento para los alumnos del Colegio Nacional Virgen de Covadonga. Fue publicado en el periódico escolar [2]

Cuando lo leí me emocionó profundamente. Su prosa sentida e íntima me llenó de sentimientos. Este es su texto:

Yo tenía un hermano. Murió hace tres años. Era tan alto, fuerte y recio que sólo un gran viento lo podía derrumbar.

Y un gran viento lo derrumbó un día de febrero. Cuando cayó destrozó un pazo fuerte y viejo de siglos y rompió dos gruesas traviesas de piedra de la hermosa terraza. Tembló la tierra en dos parroquias. Lloró el jardín de bojes y rosales, la bella fuente, los pájaros y las sierras madres, grises por la bondad del poniente. Y lloré yo y aún lloro cuando pienso en él.

Los más doloridos fueron los pájaros, el mirlo como el tordo, el ruiseñor como el jilguero. Pues él los amparaba a todos. Los que en él anidaban como los que sólo se posaban como cansados viajeros. En él dormían con seguridad, guardados de gatos, culebras y niños de malas manos pues los niños buenos aman a los pájaros, amantísimos hijos de Dios y de la luz de los amaneceres.

Nacido al mismo tiempo que yo, por la voluntad de mi padre, creció mucho más que yo. Tenía brazos valientes y recogía los vientos forzándolos a cantar las bellezas del mundo. Yo abrazándome a él sentía latir su corazón como el corazón gigante de mi tierra. De lejos se veía singular, como un hito, por encima de las formas menguantes del suelo, de los caminos y de las blancas iglesias. Y las sierras abuelas -el Sueiro, la Magdalena, la de Avión siempre a galopar horizontes- gustaban de verlo desde lejos y hablando entre ellas: "Hermoso y bailarín, señala la buena parroquia de Trasalba, buen terreno de fuentes y canciones".

Pues mi hermano era un árbol que llegó a ser de los más elogiados de Galicia a la par del roble de las cien ramas de Reboredo, del de la Minteira o de aquel pino que creció en el alto de Maside.

Lo plantó mi padre, en el jardín de la casa, el día que yo nací, quizás pensando que yo podía ser débil y enfermizo y me daría amparo contra los vientos, los soles y las gentes. Era verde y fuerte y elegante, en figura y forma del pino, aunque ser era una especie americana, llamada araucaria [Rodríguez Dacal (2003) demostró que se trataba de un pinsapo], de fina e inspirada belleza arquitectural. Era poeta, pazo de los pájaros, verbo de lo dulces vientos, sensible a todas las variaciones del paisaje. Un harpa. Cuando gemía con el viento de noviembre hacía llorar. Cuando cantaba con los aires de abril espantaba las más gruesas nubes de tristeza.

Yo la adornaba con coronas de rosas bien tejidas en el tronco grueso y dulce al tacto como la mejilla de una niña o se las colgaba de las ramas al mismo tiempo pesadas y livianas. Le confesaba, en voz baja, mis alegrías y mis penas. Cuando le abrí el pecho con gran dolor, lloró lágrimas de una resina de fino olor, gruesas como gotas de lluvia de tormenta. Pues hay un alma neblinosa y amorosa extendida por toda la naturaleza gallega y a veces Dios la quiere animando un viejo roble patriarcal o una céltica roca. Y mi hermano, el árbol de la recia y fina hoja cantarina que me oyó frutos suficientes de belleza, de paz y amor.

Cuando tuvo lugar su muerte hubo un asombro y silencio en el jardín, donde ya acabaron los dulces sonidos regalados, y las canciones fugaces de largos adioses esperanzados. Y solo el señor ciprés murmura un "requiem" catarroso.

Y yo sigo triste. Me paseo perdido por los caminos del mundo y a veces las primeras tinieblas de la noche me hacen imaginar su gran copa, verde y llena de hojas, para dormir bajo ella confiado en el amparo de aquel forzudo y cantarín hermano que me dejó mi padre.[3]

 

O irmanciño [4] de Otero Pedrayo era un pinsapo, no una araucaria. 

Portada de "O irmanciño de Otero Pedrayo. Pinsapo Memorable de Galicia". Carlos Rodríguez Dacal, 2003. Diputación Provincial de Orense.

La Diputación de Orense publicó en 2003 O irmanciño de Otero Pedrayo. Pinsapo Memorable de Galicia, una monografía, rica en datos, imágenes y fotografías. El autor, Carlos Rodríguez Dacal, relata su investigación sobre el árbol de D. Ramón y concluye que era un pinsapo, no una araucaria. Las dos coníferas tienen un porte parecido y son  muy empleadas en jardinería, de ahí quizás el error. 

Tomás Casal, tres años más tarde, publicó una síntesis de O irmanciño en su artículo Un home, unha árbore, ... unha hustoria [5]. El mismo texto en español, Un hombre, un árbol, ...una historia, se encuentra en el blog Venerables Árboles [6].

D. Ramón sintió una gran tristeza con la muerte de su hermano pinsapo y tuvo la premonición de que la suya estaba cercana. Lo que no pudo imaginar es que, "azares de la vida", él y su pinsapo estuviesen juntos hasta el final. Dándose su último abrazo: Yo abrazándome a él sentía latir su corazón como el corazón gigante de mi tierra.

Así nos lo relata Casal:

Tan allegado estaba al Irmanciño que, cuando cayó, tuvo un hondo pesar, y la premonición de que con la caída de uno de los hermanos no tardaría en seguir la del otro. Fue el día 5 de febrero del año 1972 cuando un violento temporal, que alcanzó máximas de hasta 150 km/h, tumbó al Irmanciño sobre el Pazo de Trasalba causando serios daños. Otero Pedrayo estaba en Ourense, donde recibió la noticia con pesar, desplazándose al Pazo para dar las oportunas instrucciones para retirar el árbol y arreglar los daños de la casa. Aún así, debido a su tamaño y a la falta de maquinaria adecuada, no se consiguió sacarlo hasta el verano.
... Otero le vende el tronco a un maderista, pero sus amigos, siempre sin su conocimiento, hablan con el tratante y lo convencen de deshacer el trato. Ellos mismos, a través de otro maderista que hizo de intermediario, mejoran substancialmente la oferta (Otero necesitaba efectivo de inmediato para arreglar el Pazo) y se quedan con el tronco del Irmanciño que, cortado en trozos, va al aserradero para ser transformado en tableros.
Los tableros del Irmanciño quedan guardados y sin uso durante un tiempo, porque realmente no saben en qué usarlos. Dos años después a la esposa de Otero, Doña Fita, se le descubre un cáncer irreversible y los amigos de Otero, viendo lo que iba a suceder, deciden encargar un féretro con la madera del Irmanciño. El féretro quedó terminado a tiempo, pero el problema llegó a la hora de barnizarlo, la madera aún estaba verde, rezumaba resina, y no cogía el barniz. Encargaron otro igual, hecho en la misma fábrica y del mismo modelo, pero con otra madera, y aquel quedó esperando en la funeraria por quien, después de toda la vida juntos, habría de ser su usuario final: el hermano humano.
Cuando en abril de 1976, murió D. Ramón el féretro estaba listo y, aunque él nunca llegó a saberlo, compartió su última morada con su Irmanciño.

 

Bibliografía y notas

[1] Ramón Otero Pedrayo. Accesible online en https://dbe.rah.es/biografias/7618/ramon-otero-pedrayo, recuperado el 19/08/2022.

[2] Carlos Rodríguez Dacal, 2003. O irmanciño de Otero Pedrayo. Pinsapo Memorable de Galicia. Diputación Provincial de Orense.  

[3] Mi hermano (Ramón Otero Pedrayo, 1976). Texto traducido del gallego por Tomás Casal Pita. Accesible online en https://venerablesarboles.blogspot.com/2017/11/ramon-otero-pedrayo-orense-1888-1976-mi.html, recuperado el 19/08/2022.

[4] O irmanciño, en gallego, el hermanito. 

[5] Tomás Casal Pita (2006). Un home, unha árbore, ... unha hustoria, en Revista de la XI Feria de la Plantación. San Sadurniño (La Coruña). Accesible online en  https://www.falamedesansadurnino.org/media/xvi.pdf, recuperado el 19/08/2022.

[6] Venerables Árboles (24/11/2017). El pinsapo de don Ramón, del narrador de historias. TOMÁS CASAL PITA nos propone este relato... Un hombre, un árbol, ...una historia. Accesible online en https://venerablesarboles.blogspot.com/2017/11/tomas-casal-pita-nos-propone-este-relato.html, recuperado el 19/08/2022.